Revista Íscarhoy, núm. 2, diciembre de 1.999, pág. 39-42
Múltiples son las facetas que se pueden considerar al tratar del patrimonio histórico de esta antigua villa de Íscar. El patrimonio arquitectónico, representado por iglesias y ermitas, el castillo, puentes y fuentes, casas, molinos, etc. El patrimonio arqueológico, constituido por los restos materiales dejados por los seres humanos que poblaron estas tierras en tiempos antiguos: fragmentos cerámicos, hachas pulimentadas, monedas, etc. El patrimonio documental, custodiado no sólo en los archivos municipales, provinciales o nacionales, sino también en los domicilios particulares: escrituras de compras y ventas, testamentos, cartas, fotografías, etc. El patrimonio etnográfico, referido, entre otras cosas, a vestidos, herramientas de trabajo, escuela, juegos, etc. El folclore, representado por las canciones, bailes, cuentos, leyendas, anécdotas, acertijos, etc. forma también parte del patrimonio heredado de nuestros antepasados.
De estas modalidades del patrimonio, y de otras no mencionadas, trataremos en sucesivos números de Íscar hoy. Dedicaremos este artículo al patrimonio arquitectónico, que se encuentra en grave peligro de desaparición por la gran cantidad de nuevas edificaciones que se están construyendo en nuestro pueblo.
Hasta el pasado año 1998, Íscar ha sabido conservar para las generaciones venideras los principales edificios civiles y religiosos. Las iglesias abiertas al culto, Santa María y San Miguel, se restauraron adecuadamente en tiempos más o menos cercanos, aunque todavía precisan nuevas reparaciones, como la reforma de las cubiertas de Santa María, próxima a realizarse.
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El castillo fortaleza, felizmente salvado de siglos y siglos de abandono, está siendo restaurado poco a poco, en general con acierto. La ermita del Humilladero se encuentra perfectamente conservada en el interior, aunque nos parece necesaria una restauración de los muros en el exterior, además de una limpieza y organización de su entorno. La iglesia de San Pedro, en pleno centro urbano, propiedad de personas particulares, requiere un estudio detallado, que permita conservar sus valores arquitectónicos más notables, en especial el ábside románico mudéjar. |
Castillo de Íscar. Torre del Homenaje | |
Iglesia de San Miguel |
Iglesia de Sta. María |
A espaldas de esta iglesia se edificó en 1696 la Casa de Ayuntamiento de Villa y Tierra de Íscar, lamentablemente derribada en el verano de 1998, aduciendo el mal estado del edificio y la carencia de interés histórico y artístico. No vamos a poner en duda que se hallara en mal estado, pero nunca estaremos de acuerdo con que no tenía valor histórico ni artístico. Tres siglos siendo fiel testigo del acontecer diario de Íscar son muchos años de historia, suficientes para que mereciera la pena su conservación. | |
Derribo del antiguo Ayuntamiento de Íscar |
En cuanto a su valor artístico, se habría apreciado mejor, si se hubieran restituido los soportales y galería porticada a su primitivo estado. Sucesivos revoques habían ocultado la sencilla belleza que ofrecían la fachada y arcos de ladrillo en contraste con las columnas de piedra que los sustentaban. Nadie duda de las ventajas que supone construir un ayuntamiento nuevo, más funcional y amplio. Cabía la posibilidad de combinar ambas opciones, manteniendo la fachada, con sus soportales y galería superior, y levantando un edificio nuevo por detrás. Faltó la sensibilidad que debe existir para decidirse a conservar un edificio antiguo y emblemático, a pesar de otras razones que aconsejaban su demolición.
A lo largo de los siglos fueron desapareciendo en Íscar otros edificios característicos, parcial o completamente. Eran otros tiempos, en que lo antiguo apenas se valoraba, se pasaba hambre y la principal preocupación de la gente era salir adelante en la vida. En la antigua Plaza Mayor, situada en el cruce de la Calle Real con la calle del Rollo, donde hoy está el Banco Simeón, se hallaba el antiguo ayuntamiento, con típicos soportales de estilo castellano. En medio de la plaza, símbolo del poder de administrar justicia, se levantaba el rollo de la Villa, junto al cual eran expuestos a la vergüenza pública ladrones y malhechores. En frente, en el mismo sitio que hoy ocupa Muebles Vima, estaba el hospital de San Pedro, fundado en 1517 por el arcediano de Sepúlveda don Rodrigo de Cieza, natural de Íscar. Se reedificó el edificio en 1744, siendo patronos don Martín Maldonado de Guevara y Leiva y su mujer doña María Petronila de Cieza. El hospital, con su cerca de piedra, constaba de portal, cocina, aposentos para acoger a los pobres y una pequeña capilla con una campana que se tañía para anunciar la misa que cada sábado celebraba el capellán del hospital.
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La torre de la iglesia de San Pedro, cuadrangular, hecha con sillares de piedra caliza, fue demolida a consecuencia de un incendio sucedido en el año 1934. En lo alto se levantaba un arco de piedra rematado con tres bolas, construido en 1590 por Hernando de Arronte con la finalidad de alojar el reloj y campana de la Villa. Una inscripción de la campana decía: "HIZO ESTA CAMPANA Y RELOX HERNÁN VELÁZQUEZ, REGIDOR DEL ESTADO DE LOS HIJOSDALGO, A COSTA DE LOS VECINOS DE ESTA VILLA, AÑO MDXC". Esta campana era reclamada en octubre de 1936 por el Ayuntamiento al dueño de la iglesia de San Pedro, al parecer sin éxito, pues no sabemos qué ha sido de ella. |
Ábside de la antigua iglesia de San Pedro | |
En pleno centro de Íscar, a lo largo de la calle Real, en los sitios más distinguidos, levantaron los caballeros hijosdalgo sus casas solariegas, de buena fábrica, con escudos sobre sus puertas principales, símbolo de distinción y nobleza. La casa panera que los Condes de Miranda, señores de Íscar y su Tierra, tenían en una pequeña plazoleta de esta calle, donde hoy se halla el supermercado El Árbol, se derribó en 1967. Un dibujo a carboncillo de Juan Palencia y un óleo del pintor Ray, son las únicas imágenes que hemos podido de esta casa solariega, de la que se ha conservado un escudo con las armas de los Zúñiga, Condes de Miranda, que presidía su fachada. |
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Casa de los Condes de Miranda. Óleo de Ray |
Felizmente, los escudos han sido siempre muy apreciados y, por lo tanto, suelen guardarse, al derribar viejas casas nobiliarias. Una familia de Íscar conserva los dos escudos que había en la casa de don Martín Maldonado y doña María Petronila de Cieza, sita en la calle Real, en el solar que hoy ocupa Caja Duero. A veces, con buen criterio, los escudos vuelven a colocarse en el edificio nuevo que sustituye al viejo, como se ha hecho en la llamada casa de los curas, en la antigua Plaza Mayor.
Otras viejas casas nobiliarias se mantienen en pie, en mejor o peor estado. En buen estado se halla la casa solariega de los Caviedes, mandada edificar en el siglo XVIII por don Francisco Remigio de Caviedes y Vergara, mayordomo de rentas de los Condes de Miranda y alcaide de la fortaleza de Íscar. La leyenda inscrita en un bello escudo remonta la concesión de las armas de esta familia a los legendarios tiempos de la Reconquista:
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"EL ÁGUILA EN CAMPO DE ORO, CON LOS TRONCOS QUE AQUÍ VEDES, SON LAS ARMAS DE CAVIEDES, QUE SE LAS GANO AL REY MORO" |
Casa solariega de los Caviedes |
Casi frente a ella, en la misma calle Real, agoniza una vieja casona con hermosa portada adintelada labrada en piedra caliza. Su erosionado escudo nos permite conocer que fue edificada en el siglo XVII por mandado de don Antonio de Herrera y Silva, originario de Cuéllar, casado en Íscar con doña Mencia de Avendaño. Sus tejados están hundidos en parte, las piedras labradas de la cornisa amenazan con desprenderse... sus días parecen contados.
Cerca de allí, otra vez en la calle Real, esquina a calle Rioverde, ocupada por el bar el Mesón y una pescadería, se levanta la casa edificada en la segunda mitad del siglo XVIII por el escribano e hidalgo don Félix Benito Salazar Enríquez y Fernández. Las armas de estos cuatro apellidos están representadas en el escudo que campea en su fachada, decorada con series de círculos mediante la técnica del esgrafiado, muy difundida por Segovia y su provincia. Esta técnica ha sido también empleada en la decoración de la fachada de la casa que lleva el número 3 de la calle de Puelles, que perteneció a la capellanía fundada en 1580 por don Rodrigo de Puelles en la iglesia de San Miguel. La casa combina el uso de piedra de mampostería con el ladrillo de la cornisa, contornos de las ventanas, arco de la portada y su recuadro o alfiz. La piedra se halla revocada con una capa de mortero de cal y arena, decorada con bajorrelieves hechos mediante esgrafiado. Representan series de rombos concéntricos, una figura de félido, cruz sobre peana y cáliz con hostia acompañado de dos jarritas.
Casa nº 3 de la calle de Puelles con detalle
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Otro motivo decorativo son series paralelas de estrellas de cinco puntas y flores dentro de círculos, realizadas mediante la técnica de la incisión. En el interior hay que destacar la rica variedad de las puertas de las diferentes salas, fabricadas, como la casa, en el siglo XVIII.
Hecha mención de algunos de los edificios que poseen un valor histórico y arquitectónico, conviene plantear algunos de los problemas que plantea su restauración. En primer lugar, es necesario que los dueños sepan valorar la importancia de recuperar una edificación antigua para destinarla a vivienda, oficina, tienda, mesón, casa de alojamiento, etc. Ahora se ha puesto de moda el turismo rural, con hospedaje en casas antiguas, para cuya restauración los organismos públicos suelen conceder ayudas. Cerca de aquí, en Chañe, se ha inaugurado hace unos meses una posada, en una casa de labranza restaurada. Sin embargo, en pleno centro de Íscar, donde el terreno alcanza tanto valor, no parece fácil que la gente opte por restaurar, ya que es mucho más rentable derribar y construir de nuevo.
Otro problema que se plantea es la pertenencia de algunas de esta casas a varias personas a la vez, casi siempre de la misma familia. En ocasiones de una misma casa se han ido haciendo varias particiones al dividir las herencias. Ponerse de acuerdo todos los interesados sobre qué destino dar a sus casas viejas es una tarea ciertamente difícil, que no facilita su conservación.
Las autoridades municipales deben contribuir, en la medida de lo posible, a la conservación, total o parcial, de los edificios que poseen un valor histórico y arquitectónico reconocido. Para ello, es necesario proceder sin demora a una detallada catalogación de tales edificaciones, que incluya todos los elementos susceptibles de ser protegidos: portadas, cornisas, escudos, puertas y ventanas, cabeceras de vigas, herrajes, etc. A veces no es posible conservar un edificio completo, pero sí pueden colocarse en el nuevo sus portadas o escudos.
Progreso y espíritu emprendedor, rasgos característicos de las gentes de Íscar, pueden complementarse perfectamente con una preocupación especial por conservar los bienes patrimoniales heredados de nuestros antepasados y transmitirlos en las mejores condiciones a las generaciones venideras.
Carlos Arranz Santos